DE UNOS VALENCIANOS DESILUSIONDOS
Nosotros, es decir, Rafael mi marido y yo, Palmira, no tenemos parientes ni amigos, ni siquiera conocidos entre las víctimas de aquel horrible suceso. Pero fue tan fuerte, tan tremendo, que sólo imaginarlo nos estremece.
Sentimos que también nosotros hemos perdido a todas aquellas personas que nunca conocimos. Por eso estamos aquí con vosotros y con vuestro dolor, por eso venimos a acompañaros siempre que podemos, y a ofreceros nuestra amistad.
No voy a hablar aquí del comportamiento de los responsables, de las instituciones que nos gobiernan, de los estamentos civiles y religiosos; eso ya lo habéis dicho vosotros, alto y claro, muchas, muchísimas veces, sin que nadie se haya dignado darse por aludido. Como si no fuera con ellos.
Pero, como valencianos que somos, sí queremos manifestar nuestra desilusión y nuestra repulsa por el comportamiento de nuestros ciudadanos. Otra cosa hubiera sido si media Valencia se hubiera volcado en cada acto, en cada conmemoración. Y no lo han hecho; eso dice muy poco del sentido de conciencia social y ciudadana de nuestra Valencia. ¡Qué pena!
Sabemos, porque es ley de vida, que el tiempo irá suavizando vuestro dolor y que os abrirá nuevos caminos. Pero también sabemos que no habrá olvido y que seguiréis en vuestra lucha hasta donde haga falta. Y nosotros os acompañaremos!
RAFAEL CEBRIÁN Y PALMIRA CALVO -3 de Julio de 2008-
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