Sara Virto
3 de julio de 2006, una fecha marcada a fuego en el corazón de muchos, de quienes lo vivieron, de quieren lo sufrieron, de quienes esa mañana lo perdieron todo. Ese día, ese 3 marcado en el corazón de todos aquellos que conocen la tragedia, la que hizo que 43 personas perdieran la vida y 47 resultaran heridas en la línea 1 del  metro, en pleno corazón de Valencia. La tragedia que a día de hoy se sigue llorando sucedió en la estación de Jesús, ahora conocida como Joaquín Sorolla-Jesús. Cambió de nombre después del accidente. ¿Una estrategia para silenciarlo todo?
A fecha de hoy, las causas del accidente siguen siendo difusas y ambiguas. La caja negra del tren indicó que la velocidad en la curva del accidente superaba en el doble la máxima permitida. Aunque se activó el freno de emergencia, no hubo tiempo de reacción y el tren descarriló produciendo el trágico accidente.
La gran pregunta desde aquel día es: ¿Se podría haber evitado el accidente que dejó tantas víctimas por el camino? Hay opiniones de toda clase, pero los datos indican que era evitable. En el metro había instalado un sistema de balizas que informa al maquinista de la velocidad y si es necesario detiene el tren. Este sistema solo está en los lugares más críticos del metro, pero ¿era el lugar del siniestro uno de esos puntos fatales? Empleados del metro de Valencia ya habían pedido e informado sobre la necesidad de implantar ese sistema en este tramo de la vía, sin obtener éxito alguno. En lugar de instalar las balizas, se decidió colocar una señal de límite de velocidad, con la que se informaba pero en ningún caso se protegía de una tragedia como la que finalmente sucedió.
Una vez que sabemos que era un accidente evitable y que se conocía el peligro que suponía ese tramo de la vía, la pregunta que se nos plantea es: ¿Qué pasó con las víctimas? ¿Quién se hizo responsable de este accidente que conmocionó a la ciudad valenciana? NADIE, una palabra que refleja el sistema judicial de este país. 43 víctimas, 47 heridos y 0 responsables.
El portavoz de la Generalitat Valenciana, Vicente Rambla, consideró que el accidente se debió exclusivamente a un fallo humano y fortuito, por lo que no existe ningún responsable excepto el maquinista, que falleció en el accidente.
Aunque el PSPV–PSOE pidió una comisión de investigación, esta duró un par de días, un paripé en el que los propios populares, con su mayoría absoluta, vetaron comparecencias, además de que tiempo después saldría a la luz que el propio Partido Popular había contratado a una consultoría para preparar los testimonios de quienes fueron a ese teatrillo en el que se convirtió la comisión de investigación. El resultado seguía siendo el mismo que al comienzo, cero responsables, y víctimas que seguían llorando a sus fallecidos sin tener NADA, solo unas palabras de consuelo vacías. Conclusión de la comisión: cero responsables y la investigación archivada por falta de pruebas. El gobierno se lavaba las manos con las propias lágrimas de quienes siguen llorando a los suyos, desamparados y sin una sola respuesta a la que agarrarse. El 17 de mayo de 2013 la fiscalía reabrió el caso, aunque el 17 de septiembre desestimó la petición por falta de pruebas. Aun así, la Asociación de Víctimas del Metro recurrió la decisión, por lo que se volvió a reabrir el caso el 21 de enero de 2014 al considerar que existen más pruebas.
Por si esto fuera poco, los medios de comunicación tampoco ayudaron a las víctimas, ya que decidieron callar. Canal Nou no cambió su programación el día del accidente, como si fuera más importante cualquier programa que contar a sus vecinos que un accidente había acabado con la vida de 43 personas en pleno centro de Valencia. Hacer oídos sordos y aplicar aquello de “ojos que no ven, corazón que no siente” tapando la desgracia y sus vergüenzas delante del resto de la comunidad, enterrando desde ese día un poco más a esas víctimas e indignando desde el primer momento a aquellos que lo estaban sufriendo desde dentro.
43 muertos + 47 heridos = 0 responsables.
Los familiares de las víctimas, que han sido ninguneados desde el comienzo, no han dejado de luchar por hacer justicia y denunciar las irregularidades de nuestros políticos, como es el caso de Juan Cotino, de quien dicen que fue a visitar a víctimas del accidente para ofrecerles empleo y chantajearles si pensaban denunciar a la empresa FGV.
Nos encontramos con unos políticos que se lavan las manos, con una justicia que no se decide y titubea, con unos medios de comunicación que, en general, se tapan los ojos ante lo que ven y ponen así una venda al resto del país que no ve ni siente lo que ocurrió ese fatídico día. A la gente “le suena” que hubo un accidente, pero pocos saben que fue el accidente de metro más grave de nuestro país. Gracias a algunos buenos periodistas que aún quedan, como Jordi Évole (Salvados), más gente se sumó al dolor de los familiares porque muchos años después alguien había quitado la venda de los ojos y había dejado al descubierto un poco más de quienes nos gobiernan, de nuestro sistema judicial. Dejó a la vista de todos el vacío que sigue habiendo en este país y por supuesto siguió reclamando lo que la Asociación de Víctimas del Metro pide cada día, lo que reclama el 3 de cada mes en la plaza de la Virgen: JUSTICIA, que las víctimas puedan vivir y descansar un poco más tranquilas, porque, señores, hoy, 3 de mayo de 2014, tristemente seguimos diciendo aquello de 43 víctimas, 47 heridos y… 0 RESPONSABLES.