Como ha dicho Beatriz, nuestra Presidenta, este artículo de Xavier Borràs en El Mundo, da luz sobre el acto que se celebró el 4 de mayo de 2015, con todos los partidos, que según las encuestas, cuentan con opciones de representación en el Gobierno Valenciano, excepto el Partido Popular, que se limitó a contestar por escrito con sus habitual argumentario, pero sin aceptar el compromiso.
ANÁLISIS
¿Por qué el PP no está en esta foto?
La ausencia del Partido Popular en el acto con el que las víctimas del accidente del Metro de Valencia en 2006 buscaban un compromiso político de reparación moral y de revisión de las normas sobre comisiones de investigación y seguridad en el transporte es uno de los peores síntomas que, a las puertas de unas elecciones, puede presentar un partido con ánimo de revalidar la confianza ciudadana. Un partido que, tal y como dijo el domingo pasado el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, lucha por regenerarse, por no parecerse a lo que fue de la mano deFrancisco Camps y por dejar a un lado la «vergüenza» social que han provocado las «bochornosas» grabaciones de la trama de la Diputación Provincial de Valencia, no puede eludir un compromiso por la memoria y la justicia.
El PP no sólo tenía la obligación de haber estado ayer en la firma de ese compromiso, sino que hubiera demostrado gran inteligencia si lo hubiera intentado hacer suyo. Entiéndase, no hablo de apropiarse del acto para manipular, figurar y firmar para luego guardar el papel en un cajón. Sino de asumir un cuadro básico de demandas que, como acertadamente explicaron ayer Enric Chulio y Beatriz Garrote en nombre de la Asociación 3-J, podría firmar cualquier persona «de bien».
Cuando una formación política ve un complot, una caza de brujas, una encerrona o una trampa detrás de un grupo de seres humanos que piden verdad, justicia y reparación tiene un verdadero problema de percepción de lo que le acerca o le aleja del corazón de los votantes, sean o no simpatizantes de sus siglas.
Se ha equivocado el PP al no percibir que su presencia en el acto de ayer -o en otro que hubiera podido diseñar con mayor solemnidad- era la única manera de cerrar el duelo de quienes perdieron a sus familiares en un accidente del que deberían haber respondido las autoridades (Consell de la Generalitat y Ferrocarrils de la Generalitat básicamente) con una cierta altura moral.
Y el resultado de su ausencia, ayer, en La Nau de la Universitat de València, fueron lógicas críticas y reproches muy duros. No sólo por su ausencia, sino por todo lo que esa silla vacía significaba de inhumanidad.
Pero se equivocan quienes en el PP piensan que el de ayer era un acto pensado y orquestado contra la Generalitat. En absoluto la foto de ayer, con las cinco principales fuerzas que aspiran a obtener representación parlamentaria -PSPV, Podemos, Ciudadanos, Compromís, Esquerra Unida y UPyD- era la del cordón sanitario antiPP. Porque ni los partidos políticos han llevado la iniciativa de ese documento, ni los familiares de las víctimas habrían permitido que alguno quisiera sacar ventaja de la legitimidad moral que les otorga su lucha de nueve años, con presencia, mes tras mes, en la plaza de la Virgen.
Escasa visión política demuestra quien piensa que un segundo y apresurado archivo judicial de la causa, que es lo que pretende otra vez la jueza Nieves Molina -esta vez sí, con la oposición y el trabajo minucioso de la Fiscalía, que sí ha demostrado coraje para rectificar- le servirá de coartada para esconderse tras la historia. Otro carpetazo judicial, que es lo que parecen esperar algunos estrategas del PP, apenas parcheará la responsabilidad de quienes no han sabido ofrecer su espalda para que se apoye todo aquel que sufre.
Pensar que uno está siempre en posesión de la verdad destila una prepotencia difícil de casar con la compasión y el dolor humanos.
Muchos hubieran deseado que el PP hubiera estado ayer presente. Sinceramente, de corazón. No para abofetearle en público, sino para que el compromiso firmado ayer fuera algo mucho más valioso que la promesa, avalada por una serie de representantes políticos, de que se intentará reparar la memoria de las víctimas.
Con el PP asumiendo un documento de mínimos -obviamente, el de ayer pasó a ser máximos-, los familiares de las víctimas podrían haberse sentido algo más reconfortadas. Una petición pública de disculpas, además de la promesa de poner todos los medios para que un accidente tan grave no se vuelva a producir, podrían haber acortado el largo camino de regreso a casa, al descanso del alma propia y de los seres perdidos.
El acto estuvo lleno de emoción, con todos los protagonistas volcados en la reclamación de «dignidad». Enric Chulio, en nombre de la asociación, lo resumió: «No hacemos activismo político, no estamos alineados con nadie, pero tampoco somos analfabetos políticos». El objetivo, advirtió, «es ir en beneficio de la totalidad de la población valenciana». Va por todos, por «honrar la democracia».
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